Atributos de la iglesia de Cristo
Organización de la iglesia de Cristo
El credo de la iglesia de Cristo
Estimado Sr. Elías, saludos en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Gustosamente, defino para usted, para nuestra mutua edificación, “la ley de Cristo” (1 Corintios 9:21), identificando, “punto por punto”, algunos estatutos de esta nueva ley no encontrados en “la antigua ley” dada en el monte de Sinaí por Jehová Dios a través del mediador Moisés (Gálatas 3:19-20).
La "ley de Cristo", o "doctrina de Cristo" (Hebreos 6:1; 2 Juan 9-11), es todo el “nuevo pacto” (Nuevo Testamento). Esta “ley de Cristo” no es el “antiguo pacto” de Moisés meramente “espiritualizado”, sino todo un “nuevo pacto” compuesto de nuevos estatutos (2 Corintios 3:6-17). No se trata de un pacto meramente renovado, sin que se cambiaran los mandamientos, sino de un pacto espiritual realmente nuevo, con nuevos enfoques y nuevos mandamientos.
-Aclaración: los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan figuran en el Nuevo Testamento porque contienen algunas directrices y enseñanzas de Cristo que integran el “nuevo pacto” sellado con su sangre (Mateo 26:28). Esta nueva “doctrina” Jesucristo comenzó a revelarla durante su ministerio terrenal (“…se admiraban de su doctrina”, Marcos 1:22. “…les decía en su doctrina”, Marcos 4:2). La misma entraría en vigor con su muerte, pues es necesario la muerte del testador para que entre en vigor su testamento (Hebreos 9:15). De manera que el Antiguo Testamento estaba en vigor durante la vida de Cristo en la tierra, habiendo nacido el Señor “bajo la ley” (Gálatas 4:4) y vivido bajo ella. Por cierto, la cumplió a perfección, y cumplida toda la ley, fue quitada (Mateo 5:17-20), entrando en vigor el “nuevo pacto” en el día de Pentecostés, diez días después de la ascensión del Cristo (Hechos 2).
La “ley de Cristo”, punto por punto.
A continuación, algunos mandamientos de la nueva “ley de Cristo”, a manera de ejemplos, no encontrándose estos en el Antiguo Testamento. “Mis mandamientos” (Juan 14:15-21), apunta Cristo, contrastándolos con los mandamientos de Moisés, incluso con los del decálogo. Pensamos que el estudioso hambriento de la verdad consulte los textos no copiados en este estudio, con el ánimo de apreciar la terminología precisa de los nuevos mandamientos de Cristo.
-“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo” (Mateo 5:38-39). Cristo no “espiritualiza” la Antigua Ley. Más bien, emite nuevas leyes fundamentalmente diferentes en sustancia y aplicación. En este ejemplo, podemos apreciar que la nueva “ley de Cristo” es el inverso completo de la ley dada en Sinaí. Aquello de “espiritualizar” la antigua, esencialmente dejándola intacta y vigente durante la Era Cristiana, lo catalogamos como una artimaña humana confeccionada mañosamente para sostener lo insostenible, es decir, que la ley de Sinaí fuera una ley eterna, que rigiera no solo al pueblo terrenal de Israel sino también a la iglesia, la cual es un reino espiritual.
-La Gran Comisión de llevar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15-16) es un mandamiento exclusivo de la nueva “ley de Cristo”. No había tal “Gran Comisión” para Israel bajo el Antiguo Pacto, pues este pacto fue hecho solo con Israel, y no con los gentiles (Éxodo 31:12-17; Efesios 2:11-18).
-Creer en Cristo como el Hijo de Dios (Juan 17:3; Marcos 16:16). Tal fe viene por oír al evangelio (Romanos 10:17), y no por someterse al Antiguo Pacto. De ahí, que el Nuevo Pacto también se identifica como “la ley de la fe” (Romanos 3:27).
-El bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-20), "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38; Marcos 16:16) pertenece exclusivamente a la nueva “ley de Cristo”. Bajo esta nueva ley, la circuncisión en la carne no vale sino la inmersión en agua “para perdón”, para nacer del agua (Juan 3:1-7).
-Ser añadido a la iglesia (Hechos 2:47; 1 Corintios 12:12-13) es un privilegio disponible solo mediante la nueva “ley de Cristo”. ¿Existía la iglesia bajo el Antiguo Pacto? ¡Claro que no! Se trata de una nueva institución divina para la nueva Era Cristiana. Nueva institución gobernada por una nueva ley: esto es lo lógico, y esto mismo es la gran realidad maravillosa de la Era Cristiana. La iglesia vive, adora y trabaja bajo “el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:6). ¿Cómo expresar con más claridad esta doctrina fundamental?
-En el Nuevo Testamento se encuentran muchas leyes y directrices para la organización y el funcionamiento de la iglesia (1 Timoteo 3; 2 Timoteo; Tito 1; Hechos 14:23; 1 Corintios 14:37-38, etcétera).
-Todo lo concerniente a la iglesia está expuesta en el Nuevo Testamento. El Antiguo no la rige. Esta realidad incontrovertible constituye, por sí sola, un argumento irrefutable contra imponer al pueblo cristiano el Antiguo Testamento.
-Un nuevo sacerdocio espiritual que ofrece sacrificios espirituales, y no materiales (1 Pedro 2:1-10) es enseñado en la nueva “ley de Cristo”. “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Hebreos 7:12). ¡Más claro no canta el gallo!
-La Cena del Señor a celebrarse el primer día (domingo) de cada semana (Hechos 2:42; 20:7) es una ordenanza exclusiva de la nueva “ley de Cristo”. La pascua judía, no, ni Pentecostés, etcétera, sino la Cena del Señor (1 Corintios 10:16-22; 1 Corintios 11:17-34).
-La “ley de Cristo” contiene nuevas ordenanzas sobre cómo adorar a Dios. Durante la Era Cristiana no se adora como los judíos lo hacían en Jerusalén, o los samaritanos en Samaria. “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:21-24). Cantar himnos y cánticos espirituales, sin tocar instrumentos musicales (Efesios 5:19; Colosenses 3:16), es un ejemplo de este nuevo culto. Todas las “ordenanzas de culto” del “primer pacto” de aquel “tabernáculo” de Israel (Hebreos 9:1-15) fueron abolidas en la cruz, incluso el uso de instrumentos de música en el templo judío.
-Ofrendas voluntarias dadas el primer día de cada semana, apartadas para obras benévolas y de evangelismo (1 Corintios 16:1-2; 2 Corintios 8:1-2; 2 Corintios 9:1-15; Filipenses 4:10-20) figuran en la “ley de Cristo”. El diezmo, no, ni ofrendas mecidas, etcétera, sino ofrendas voluntarias, dadas “según cada uno haya prosperado”.
-Bajo el Nuevo Testamento, no hay que guardar días sagrado, ni siquiera el séptimo día (Romanos 14; Colosenses 2:14-16; Gálatas 4:8). Tampoco abstenerse de alimentos inmundos prohibidos bajo el Antiguo Pacto (1 Timoteo 4:1-5). El propio Cristo hizo “limpios todos los alimentos” (Marcos 7:18-19).
Respetado Sr. Elías, y demás lectores, ¿es necesario alargar la lista para probar que la “ley de Cristo” se compone de nuevos mandamientos?
Hacemos hincapié en que creer en Cristo, o llamarse “cristiano”, no es suficiente para salvación. Es necesario obedecer los demás mandamientos dados por Cristo. “Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre… El que me ama, mi palabra guardará… El que no me ama, no guarda mis palabras…” (Juan 14:15-24). Su “palabra”, sus “mandamientos”, van mucho más allá de los diez mandamientos de la “antigua ley”.
El creyente que guarda los mandamientos de la “antigua ley” de Sinaí, ¡en vano lo hace! De nada le vale. Es más: haciéndolo, se desliga de Cristo. Se cae de la gracia. Peca. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4). ¿Puede ser salva la persona que está desligada de Cristo? ¿Que ha caído de la gracia?
Referente a Cristo y su nueva ley, se nos enseña: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 8:6-7). “…el segundo” es el segundo pacto, la nueva “ley de Cristo”. Pese a esta explicación tan clara y elemental, muchos millones de personas que profesan fe en Cristo siguen bajo el primer pacto, defectuoso y muy inferior al segundo, siendo este segundo el “mejor pacto establecido sobre mejores promesas”. Lógicamente, lo indicado sería que salgan de esa esclavitud, que se quiten ese yugo y que acepten con alegría “la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1), pues “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).
Para servirle en el amor del Señor,
Homero Shappley de Álamo
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